ASPECTOS PARA UNA COMPLETA FORMACIÓN MUSICAL

Andrea Isabel Grajales Yepez

La enseñanza y práctica de la música es una actividad que necesita del movimiento, ritmo, pulso, expresión, canto, audición… es un proceso complejo en el que, para lograr una formación integral y musicalmente completa en cualquier nivel, se trabaja en más que solo el instrumento; es el solfeo, ensambles o un coro… entonces ¿qué se desarrolla en cada una de estas áreas?

Principios de la formación musical

Violeta Hemsy de Gainza (La iniciación musical del niño, 2013), pedagoga musical y pianista, menciona las metas de la educación musical en el jardín de infantes, pero fácilmente se pueden transportar como principios del trabajo musical:

1)     Cultivo de la sensorialidad auditiva (desarrollo del oído musical): 

Relacionado con la comprensión de las cualidades del sonido: altura, timbre e intensidad y que se trabaja durante las clases de solfeo. Las y los estudiantes, desarrollan un oído musical que los ayuda a distinguir, por ejemplo, el timbre de los instrumentos y voces; reconocen y ejecutan cambios de intensidades en el sonido que produce su instrumento y hasta los objetos, qué tan fuerte o suave suenan y funciona como apoyo al control de impulsos; con el estudio de la lectura musical entonada se reconoce de manera práctica la altura de las notas, memorizando el sonido que tiene cada una y su relación grave o agudo. También se enfatiza el uso del silencio en la música.

1)     Cultivo de la voz (dominio elemental del aparato vocal en relación con el canto):

Trabajado durante las clases de coro, las y los estudiantes reconocen el uso de la voz como instrumento, aplican los conocimientos de lectura musical entonada y la importancia del trabajo en equipo. Se practican ejercicios de respiración y entrenamiento vocal que potencializan el canto.

2)     Cultivo del sentido rítmico (manejo expresivo del cuerpo: del lenguaje, en su aspecto rítmico; manejo de instrumentos de percusión, etc.).

Aunque el ritmo sea un elemento musical que está siempre presente, durante las clases de ensamble se destaca más su uso o resalta con los instrumentos de percusión donde algunos no tienen altura definida y son las combinaciones rítmicas en conjunto lo que hacen la ejecución atractiva. De igual forma, se reconoce el cuerpo como instrumento a través de la percusión corporal.

4) Cultivo de la sensibilidad musical (imaginación, expresión).

Este aspecto se trabaja principalmente en el instrumento, cada ejercicio o pieza involucra alguna expresión, por más mínima que sea y aunque se esté trabajando con un método. Cada estudiante asimila la práctica musical de acuerdo con sus experiencias y las sensaciones que se estén produciendo en ese momento. De igual forma, se trabaja con la imaginación sin importar la edad, en ocasiones para comprender mejor una obra o pasaje, recurrimos a establecer ideas, comprender la historia, el contexto de la música e inevitablemente nos invita a crear una atmósfera para interpretar la pieza.

 

Hemos hablado entonces del solfeo, el coro/ensambles y la ejecución del instrumento, pero vamos a adentrarnos un poco más en cada uno para comprender mejor su importancia dentro de la formación musical.

Solfeo

El solfeo “se trata de una técnica que permite al individuo entonar una melodía, de forma afinada, y haciendo caso de todas aquellas indicaciones que la partitura le pueda exigir (tempo y compás, armadura de clave, alteraciones, dinámica, relaciones entre notas, pausas, repeticiones, etc).” (Gonzalez-Mayorga & Sanz, 2012)

Durante una educación musical formal, el solfeo se vuelve parte fundamental porque es la enseñanza del lenguaje en la música, con ello podemos conocer qué son y para qué sirve cada uno de los recursos que aparecen en las partituras o ejercicios.

Se desarrolla un dominio en la lectura de notas y ritmos que podemos transportar a la ejecución de nuestro instrumento; además el solfeo permite la interpretación de casi cualquier música y contribuye al aprendizaje autónomo, porque al comprender el lenguaje se abre la puerta a la búsqueda de partituras de aquella música que nos agrada.

Aunque pareciera ser un elemento donde únicamente se trabajan aspectos teóricos, el enfoque que ahora tiene la enseñanza del solfeo, hace que se vuelva una actividad más lúdica y práctica, que podemos asimilar de una manera positiva y que necesita de una participación activa de las y los estudiantes.

Coro - Ensambles

“La práctica coral puede incentivar también al desarrollo cognitivo, ya que de acuerdo con la metodología pedagógica que se utilice se potencian las competencias para observar, escuchar, comparar, explorar, producir, formular hipótesis, resolver problemas, entre otros.”  (Buenaño, 2019) Contribuye generando experiencias por pertenecer a un grupo que pone en práctica los conocimientos musicales que han adquirido.

Refuerza el conocimiento de otras culturas, otros idiomas… existe música coral de todo el mundo, de todos los géneros o ritmos que pudiéramos imaginar, así que, también es una manera de reconocer, valorar y respetar la diversidad que existe en nuestro planeta.

Siendo adultos, jóvenes o niños y niñas, podemos ser parte de un coro, la música producida en grupo requiere mejorar las habilidades relacionadas con la atención, cooperación, coordinación y responsabilidad, todos y todas tienen que ser conscientes de que cada ensayo o clase es igual de importante y que faltar a alguno podría reducir el avance personal-grupal.

“La práctica coral tiene un valor incalculable como aspecto fundamental en la formación de los estudiantes. Con dicha práctica, el conocimiento musical puede alcanzar niveles mayores de profundidad.” (Buenaño, 2019)

Incluir una educación coral y de ensambles a nuestra formación musical, definitivamente va a enriquecernos musicalmente y mejorar en otros aspectos de nuestra vida: conociendo nuestro cuerpo y posibilidades como instrumento, motivación para cumplir metas u objetivos, trabajo del valor personal al ser parte de una comunidad, es un aprendizaje que se construye con vivencias y se vuelve significativo.

Instrumento

Al practicar un instrumento, nuestras habilidades cognitivas se potencializan, como con la memoria; la constante repetición, asimilación y comprensión de los pasajes musicales hacen que en algún momento se “automaticen”, pero realmente lo que está produciendo esa automatización es nuestra memoria musical y muscular, nuestro cuerpo va reteniendo la información con el estudio hasta que logramos tocar sin algún apoyo visual.

“La música, como el lenguaje, es fundamentalmente sintáctica y está formada por diversos elementos organizados jerárquicamente (tonos, intervalos y acordes).” (Custorio & Campo, 2017) En el estudio de cualquier instrumento musical, se aplica el aprendizaje de los elementos musicales abordados en solfeo, es ir de la teoría a la práctica. 

Cuando comenzamos a practicar un instrumento nos enfocamos más en el seguimiento del pulso, de indicaciones, la técnica, nuestra respiración… Ser pacientes, porque si tenemos una buena base podemos avanzar de una mejor manera. Hay que destacar que no existe un tiempo definido para cada aprendizaje.

También el tocar está relacionado con la emotividad y apreciación musical, así estemos tocando una figura sencilla, debe hacerse con intensión y valorar cada aspecto que se indica dentro de la interpretación.

Siempre en clase se dedican momentos para aprender sobre ritmos, acentos, ligaduras o lectura de pasajes, que su comprensión podría ser más rápida cuando se acompaña la formación con las otras asignaturas especializadas en abordar la teoría.

Recordemos que, para que la educación musical cumpla aún más su función como eje transversal para el desarrollo integral del ser humano, debemos incluir también las otras experiencias educativas que se nos ofrecen, como las mencionadas anteriormente.

Bibliografía

Buenaño, M. S. (2019). La importancia de la práctica coral y su incidencia en la formación musical en Ecuador. Revista de investigación y pedagogía del arte, 1-7. Obtenido de https://publicaciones.ucuenca.edu.ec/ojs/index.php/revpos/article/download/2365/1511/6400

Custorio, N., & Campo, M. C. (2017). Efectos de la música sobre las funciones cognitivas. Revista de Neuro-psiquiatría, 61-71. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/3720/372050405008.pdf

Gainza, V. H. (2013). La iniciación musical del niño. Melos.

Gonzalez-Mayorga, H., & Sanz, D. P. (2012). El aprendizaje del solfeo: propuesta de un modelo instruccional en educación musical. INFAD Revista de psicología, 87-94. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/3498/349832339008.pdf